Cuando Hacienda son más unos que otros
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Las
amnistías fiscales pueden empujar a los contribuyentes a dejar
de pagar
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Los
gravámenes bajos favorecen la recaudación pero castigan la
equidad
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Alemania aplicó la amnistía con pobres resultados y pasa ahora
del perdón al castigo
LLUIS PELLICER | 8 ABR 2012
La economía
sumergida en España se estima entre el 22,9 y el 23,7%
del PIB. / Carlos Hernández (Corbis) |
Acuciado por la
necesidad de hacer caja, el Gobierno ha decidido abrir las
puertas de casa al hijo pródigo, el que un día decidió llevarse
el dinero fuera de España o esconderlo bajo un colchón sin pasar
por el fisco. El perdón del Estado ha soliviantado al otro
hermano, al ciudadano que ha pagado sus impuestos sin rechistar.
La amnistía fiscal aprobada por el Gobierno no es la primera que
se aplica en España, ni tampoco en el mundo. Decenas de países
—desde Alemania hasta Argentina— han echado mano de esa
iniciativa para aflorar capitales opacos. Sin embargo, de la
fórmula que se emplee depende la efectividad y la equidad de la
medida. Y estas no siempre van de la mano.
La amnistía fiscal,
publicada en el Boletín Oficial del Estado, permite a
los evasores regularizar con total confidencialidad su situación
a cambio de abonar al Gobierno el 10% de las cantidades
defraudadas, a la vez que las empresas podrán repatriar vía
dividendos los fondos que tengan en paraísos fiscales con un
gravamen del 8%. La norma, que trata de aflorar 25.000 millones
de euros y que las empresas repatríen otros 9.375 millones para
recaudar 3.250 millones, libra de penas de cárcel por delito
tributario a quien admita haber defraudado.
Al Gobierno la medida
ya le ha costado una rebelión de las comunidades de régimen
foral, el País Vasco y Navarra, que se niegan a aplicarla en sus
territorios. “No estoy dispuesto a blanquear capitales, ni
conciencias”, aseguró el diputado general de Bizkaia José Luis
Bilbao. Más comprensión ha hallado la amnistía en otras
comunidades. “Si han llegado a tomar una medida tan extrema es
porque la situación realmente lo demandaba”, defendió el
consejero de Economía de Cataluña, Andreu Mas-Colell.
El Gobierno espera
recaudar 3.250 millones con estos programas
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La cantidad que
espera recaudar el Gobierno no debería ser excesiva en un país
cuya economía sumergida se estima entre el 22,9%, y el 23,7% del
producto interior bruto (PIB). Sin embargo, España ya tiene un
mecanismo de regularización voluntaria de rendimientos. El socio
del despacho de abogados Baker & McKenzie Esteban Raventós
considera que la amnistía favorecerá sobre todo el capital
evadido en los últimos cinco años, puesto que vencido ese
periodo prescribe la falta o el delito penal. Pero para el
resto, sostiene, resulta “más ventajoso” acogerse al proceso
ordinario, que consiste en presentar una declaración
complementaria admitiendo esos rendimientos opacos. Ello se debe
a que los rendimientos de las carteras sin declarar no han dado
grandes beneficios por la crisis y pagarían incluso menos de ese
10%. “Ya había un procedimiento razonable. La amnistía no me
parece el camino correcto”, asegura Raventós.
Los resultados de las
amnistías aplicadas hasta ahora no han sido siempre los
esperados. El director del Centro Internacional de Políticas
Públicas de la Georgia State University y consultor de varios
organismos como el FMI o el Banco Mundial, Jorge
Martínez-Vázquez, asegura que “si hay que generalizar y resumir,
las amnistías fiscales en la experiencia internacional no han
sido efectivas. Por cada una que lo ha sido puede haber 10 o 20
que no lo han sido”.
Los evasores pagarán el
10% de las cantidades defraudadas
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La eficacia de la
medida puede depender, por ejemplo, del peaje impuesto: si es
muy bajo, los evasores al menos dudarán sobre la oportunidad de
regularizar sus impuestos; si es muy alto, muchos ni se lo
plantearán. Ahí surge el riesgo moral. En un momento de subidas
de impuestos —los rendimientos del trabajo tributan con un tipo
mínimo del 24,75%— y tijeretazo del Estado de bienestar, ¿qué
mensaje se traslada a la ciudadanía? “Es dudoso que esta
medicina tenga unos efectos que logren paliar sus
contraindicaciones. El mensaje que se está dando es el de falta
de equidad. Cualquier ciudadano al corriente de sus obligaciones
fiscales paga más por impuestos que ese 10%”, lamenta el
director del Instituto de Gobernanza y Dirección Pública de
Esade y miembro del Comité de Expertos en Administración Pública
de la ONU, Francisco Longo. Incluso el PP hace apenas dos años
tachaba la medida de “injusta” y “antisocial”.
Los gravámenes que se
han aplicado en otros países a evasores arrepentidos varían.
Alemania fijó el 25% en la amnistía que decretó en 2003, más
cercano a los tipos del contribuyente de a pie. Ese pacto que el
Gobierno de Gerhard Schroeder propuso a los evasores trataba de
repatriar 100.000 millones de euros depositados sobre todo en
cuentas de Suiza y Luxemburgo, aunque posteriormente se marcó un
objetivo más modesto: lograr el retorno de 20.000 millones e
ingresar 5.000 millones. Cuando concluyó el periodo de gracia,
el Gobierno solo había recaudado 901 millones.
Alemania ha pasado
del perdón al castigo. El país, dispuesto a que se regularizaran
esos más de 100.000 millones escondidos, ha acordado con Suiza
que los capitales evadidos se graven con un tipo de entre el 21%
y el 41%, frente a la horquilla anterior de entre el 19% y el
34%,
Más éxito tuvieron
los scudi de Silvio Berlusconi, que logró repatriar
104.500 millones e ingresar 6.850 millones que tenían ciudadanos
italianos en el extranjero para evitar el pago de impuestos. Eso
sí, aplicó un tipo de entre el 5% y el 7%, muy por debajo de los
tipos de los impuestos que deberían haber pagado.
La iniciativa solo sería
efectiva si se endurecen luego las inspecciones fiscales |
Antes de esta, en
España también hubo dos amnistías fiscales, una en 1984 y otra
en 1992. La última, impulsada por el exministro Carlos Solchaga,
consistió en regularizaciones a través de la compra de títulos
de deuda pública especiales a seis años y con un interés del 2%.
Con ello, el Gobierno central ingresó 800.000 millones de las
antiguas pesetas, cerca de 4.800 millones de euros.
El catedrático de
Economía de IESE Antonio Argandoña entiende el debate moral que
suscitan estos programas, pero recuerda que el Gobierno ahora
está “rebañando el plato” para reducir el déficit. “En estos
casos hay que ser injustamente generoso. No se puede ser
cicatero. Si sabemos que hay cientos de miles de euros que no
tributan, hay que hacer que esos ciudadanos ahora pasen noches
sin dormir pensando que se les presenta una oportunidad que no
van a tener jamás”, señala.
Un alto mando
policial que se dedica a investigar el fraude fiscal y que pide
el anonimato advierte otro peligro de agravio comparativo. La
amnistía no podrá aplicarse a las investigaciones que estén en
marcha. “Una persona que esté siendo investigada puede haber
defraudado lo mismo que otra que no lo está y que sí se podrá
acoger a la iniciativa”, recuerda.
La efectividad de una
amnistía fiscal también depende de la táctica empleada, que
suele ser de palo y zanahoria. Pero en el caso de España, ¿dónde
está la zanahoria? Jorge Guillermo, profesor de la Universidad
de San Andrés y consultor para la ONU y el Banco Mundial,
explica que “para que una iniciativa como esta tenga éxito y sea
creíble, el fisco tiene que poner encima de la mesa una medida
como duplicar la plantilla de inspectores que persigan el fraude
y dejar claro que la amnistía no volverá a darse”.
Alemania aplicó la
amnistía con pobres resultados y pasa ahora del perdón
al castigo |
Para ver los
resultados, defiende el profesor Martínez-Vázquez, las amnistías
deben ser “excepcionales” e “ir acompañadas de una reforma y
mejora de la Administración Tributaria que deje claro que ahora
es el momento de sanear las cuentas, que no habrá otra ocasión”.
Y a la vez, agrega, debe quedar claro que luego se perseguirá y
penalizará más el fraude fiscal. El profesor de la Georgia State
University indica, además, los efectos negativos que puede tener
sobre el resto de los ciudadanos. “Los que antes pagaban
voluntariamente pueden dejar de pagar por desengaño con el
Gobierno o por simple cálculo: sale más barato no pagar
impuestos y acogerse a las amnistías fiscales”, explica. La
Organización Profesional de Inspectores de Hacienda del Estado
ya advirtió de que la “regularización extraordinaria” podía
provocar “un derrumbe de la consciencia fiscal de los
contribuyentes honestos y, en consecuencia, de la recaudación en
periodo voluntario”.
Las amnistías, pues,
deben ser excepcionales, porque incluso pueden dar alas a los
evasores. Así lo advierte un informe de Katherine Baer y Eric Le
Borgne publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Señala que si los ciudadanos esperan nuevos programas de
amnistía, “la evasión fiscal se vuelve menos costosa de lo que
era antes de la puesta en marcha del programa”.
¿Ocurrirá todo eso en
España? ¿Tendrá el impacto previsto? Dada la experiencia de la
mayoría de países, que suelen recaudar menos de lo esperado, la
Comisión Europea ha restado importancia al programa de amnistía
fiscal del Gobierno de Rajoy, que entre el modelo alemán y el
italiano, ha optado por acercarse más a Silvio Berlusconi que al
de Gerhard Schroeder. Pero en un momento en el que muchos
contribuyentes ven cómo aumenta la presión fiscal y muchos otros
se ven empujados a la economía informal, el riesgo está en cómo
de injusta vean la medida los ciudadanos.
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