Lunes 19 de noviembre de 2007

Hacienda somos «los de siempre»

CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE

La campaña que estos días ha puesto en marcha «el Gobierno de España» para recordarnos que avanzar en las medidas sociales propias del Estado de bienestar depende de que todos paguemos nuestros impuestos ha coincido con la publicación por parte del colectivo de Técnicos de Hacienda (Gestha) de un llamativo informe según el cual el fraude al Fisco de las empresas constructoras e inmobiliarias de nuestro país sumó el año pasado 8.600 euros. Conscientes de la dificultad con que los ciudadanos del común nos movemos entre las grandes cifras, estos técnicos han buscado un ejemplo de lo más pedagógico para ayudarnos a orientarnos. Sólo con el dineral del «fraude del ladrillo» se podría pagar dos veces lo que nos va a costar poner en marcha el «cheque electoral» de Zapatero, aseguran. Y, así es, porque, si sumamos el plan de fomento del alquiler (436,5 millones de euros), el «cheque-bebé» que entró el sábado en vigor (1.556 millones), la subida del salario mínimo (545 millones), el plan bucodental (12 millones) y las ayudas para guarderías (100 millones), salen 2.650 millones de euros; es decir, medio «fraude del ladrillo».

¿Y por qué el «fraude del ladrillo» parece campar a sus anchas si los inspectores de Hacienda son «tan tiquismiquis» hasta con la menor faltilla del IRPF de los asalariados? La respuesta es tan sencilla como irritante para los que sí pagamos. Según denuncia Gestha, la ley para poner coto a las grandes bolsas de fraude fiscal de nuestro país que entró en vigor hace un año, la ley de Medidas para la Prevención del Fraude Fiscal, está siendo un fracaso porque, en lugar de centrarse en detectar el gran fraude de la economía sumergida, como dijo el Gobierno que iba a hacer, se está centrando en apretarle un poco más las tuercas a los de siempre: las rentas del trabajo de los asalariados

Sin recursos para garantizar su eficacia las leyes son simple papel mojado; y la falta de voluntad política para librar los recursos humanos y materiales que necesitaría esta ley que el Gobierno nos «vendió» como una panacea contra el gran fraude fiscal, no ha permitido subsanar, según Gestha, las grandes deficiencias organizativas que, en su opinión, tienen «la culpa» de que Hacienda no pueda investigar a los grandes defraudadores del fisco. Si gana las elecciones, Rajoy ha prometido hacer «la reforma fiscal más importante de la historia de España», eliminando el IRPF para quienes ganen menos de 16.000 euros al año. Está muy bien; pero el Gobierno que, en mi opinión, hará «historia» en nuestro país será el que consiga que, de una santa vez, Hacienda dejemos de ser «los de siempre» y seamos, como decía el viejo eslogan, «todos».