El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, está decidido a poner en marcha una reforma que simplifique notablemente la
fiscalidad de particulares y empresas, poniendo fin a las distorsiones provocadas por un modelo tributario excesivamente intervencionista. Frente a
las reformas del Partido Popular, que optó por sucesivos recortes en los tipos impositivos que para muchos contribuyentes se vieron anulados en la
práctica por el incremento del IPC, el Ejecutivo del PSOE ha elegido una reforma mucho menos llamativa pero que puede tener bastante más calado.
En materia de IRPF, el Ejecutivo seguirá deflactando la tarifa (una promesa electoral felizmente cumplida nada más llegar al poder) y bajará el impuesto
tocando tanto los tipos como los tramos. Pero lo hará de forma 'moderada'. Aunque el superávit será muy superior al previsto, Hacienda considera que es
preferible destinarlo a reducir deuda para que el país tenga mayor capacidad de maniobra cuando vengan las vacas flacas. Una actitud prudente que sin
duda seguirán alabando los mercados.
Entre los objetivos fijados como prioritarios está primar fiscalmente las aportaciones de las clases medias a planes de pensiones complementarios. Para
ello, se recortarán las aportaciones máximas con derecho a deducción fiscal. Además, se beneficiará el rescate de estos planes de pensiones en forma de
renta periódica, frente a la percepción del dinero en forma de capital de una sola vez. El Ejecutivo quiere asegurarse así de que los planes de pensiones
privados son utilizados para tener una pensión complementaria a la de la Seguridad Social y no simplemente como un mecanismo con el que anotarse
cuantiosas ventajas fiscales.
En cuanto a la deducción por compra de vivienda, se mantendrá con modificaciones menores, complementada con bonificaciones fiscales para el alquiler,
pero tanto a propietarios como a inquilinos.
La revolución tranquila que prepara Fernández Ordóñez puede tener efectos mucho más importantes en el mundo de la empresa que en el de los contribuyentes
particulares. El secretario de Estado está convencido de que es preciso poner fin a la gigantesca maraña de deducciones fiscales existentes en estos
momentos en el Impuesto de Sociedades. La rebaja del gravamen, tanto para pymes como para grandes empresas, se vería pues completada con la supresión
de numerosas bonificaciones existentes en estos momentos. En opinión de Fernández Ordóñez, la mayoría de las empresas 'no leen el BOE ni deberían
hacerlo'. Es decir, no deberían tomar decisiones de gasto e inversión en función de las bonificaciones fiscales que lleven aparejadas sino, sencillamente,
porque consideren que son las más adecuadas para la marcha de su negocio. Un sistema del cual se benefician fundamentalmente las empresas que cuentan
con potentes departamentos de asesoría fiscal (léase, las grandes) y que, efectivamente, provoca distorsiones indeseables.
Habrá quienes acusen a Hacienda de quitar con una mano (deducciones) lo que da con la otra (rebaja del tipo impositivo). Pero pocos podrán disputar
la tesis de que el modelo que propone es menos intervencionista y, probablemente, más justo.
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