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CINCO DÍAS - OPINIÓN   

13 de Diciembre de 2004    


¿Viable y recomendable?

Rafael Salas

En un reciente trabajo publicado en Cuadernos Aragoneses de Economía, evaluábamos el efecto de la sustitución del actual IRPF por un impuesto lineal con un mínimo exento, que mantuviese la recaudación y la redistribución constantes, con el fin de poder hacer comparaciones. Obteníamos unos resultados razonables, un tipo marginal del 30% y unos ganadores superiores al 50% incluyendo la supresión del sistema actual de deducciones, vivienda incluida, por una deducción general familiar. Resultados similares han dado otros estudios. Con ello se da una primera respuesta a la pregunta sobre la viabilidad de una posible reforma en este sentido.

No obstante, los estudios anteriores son parciales, puesto que no resaltan algo fundamental y que está detrás de este tipo de reformas. En los últimos años hay un debate en la OCDE entorno a la conveniencia de la implantación de un sistema impositivo lineal sobre la renta, fundamentado en el excesivo coste, en términos de eficiencia, de los sistemas actuales. La tendencia observada hacia la linealidad es la receta ortodoxa que se postula en este sentido, que ya ha surtido efecto en la mayoría de países de la OCDE. Los tipos marginales máximos ya han descendido significativamente los últimos años.

Pero la ortodoxia económica no es la única responsable de este fenómeno. El incremento de la movilidad de bienes, servicios, trabajo y capital en la UE también puede estar detrás de la tendencia, a través de un proceso de competencia fiscal. Dado que los actuales sistemas progresivos gravan en mayor proporción las rentas altas de trabajadores cualificados y profesionales (con mayor movilidad) que las rentas bajas de los no cualificados, es normal que la competencia fiscal genere una tendencia reductora de los tipos marginales máximos.

Para analizar más en profundidad la conveniencia de estas reformas, un aspecto crucial es analizar su efecto eficiencia-desigualdad. Hoy, la ciencia económica se dota de nuevas herramientas, y con ello crea una cultura nueva para estos análisis y debates.

Los modelos de microsimulación que tienen en cuenta el comportamiento económico (cómo reaccionan los agentes) son una de las herramientas clave, que empiezan a proliferar en España (buena noticia). En otros países, como Noruega, Suecia, Reino Unido o Italia estos modelos se aplican hace tiempo. Los estudios en estos países nos enseñan algo sobre la conveniencia de aplicar este tipo de reformas y sus efectos sobre la desigualdad y eficiencia. La eficiencia (el tamaño del pastel) es un concepto difícil de medir pero hoy puede evaluarse en el marco de estos modelos, no sólo en términos de la renta que perciben los individuos, sino de su bienestar (que tiene en cuenta además el ocio de los hogares).

 
Es normal que la competencia fiscal genere una tendencia reductora de los tipos marginales máximos

 
Un reciente trabajo de Aaberge et al. (2000) en Journal of Population Economics analizaba los efectos sobre la eficiencia de una reforma de un impuesto proporcional sin mínimo exento para Noruega, Suecia e Italia. Los resultados mostraban que los tipos marginales coherentes con un mantenimiento de la recaudación y con el cambio de comportamiento laboral eran del 25%, 29% y 23%, respectivamente. Se observaron reacciones en la oferta laboral, que se reducían significativamente con el nivel de renta. En los tres países se producían ganancias netas de eficiencia (el pastel aumentó). Se produjo un efecto paradójico, en Noruega la desigualdad incluso diminuiría (por aumento de la oferta de trabajo en el tramo bajo de renta), en Italia quedaría constante (por la notable compensación por el aumento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo) y sólo en Suecia aumentaría la desigualdad. La parte negativa, es que sólo en Noruega la reforma sería avalada mayoritariamente por la población.

En otro estudio reciente, estos autores extienden el análisis a otros impuestos lineales más generales con un mínimo exento, para Italia y Noruega. La sorpresa no se hace esperar, hay posibilidades de mejoras de eficiencia (pastel más grande) y de distribución (mejor repartido). Incluso soportarían una votación mayoritaria. Ojo al dato, liberales: los tipos marginales óptimos superarían el 40% en ambos países. ¿Qué ocurriría si además computásemos el previsible efecto positivo sobre la eficiencia y distribución de la eliminación de las deducciones en vivienda en España?

Es razonable pensar que a los políticos les de pavor pensar en que haya bolsas de perdedores; a los economistas, no. Lo que resalta la vertiente política del problema, máxime cuando esa bolsa se aglutina, bajo este tipo de políticas, en torno a las rentas medias. Conclusión, hay que seguir investigando.



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