Estaba replicando el ministro de Hacienda al líder de la oposición en el debate sobre los Presupuestos para el año que viene y quiso descolocarle sacándose un dato sobre el saldo del ejercicio presupuestario todavía vigente. Anunció que 2003 se cerrará con un superávit equivalente al 0,5% del PIB.
No se han facilitado los datos acerca del grado de ejecución del Presupuesto en curso -deficiencia habitual durante todos los años de Gobierno popular- y el ministerio ya puede adelantar la diferencia entre lo que se va a ingresar y lo que se ha gastado. Esto de retener información para sorprender a la oposición también se va convirtiendo en una práctica habitual de los dirigentes del PP, ya sea en lo concerniente a la política económica o en la transmisión de unos resultados electorales, como acabamos de ver en la noche de las elecciones a la Comunidad de Madrid.
Si se gobernase con la transparencia exigible, la evolución de los gastos y de los ingresos debería ser objeto de un debate específico, o incluso de alguno más durante el año, para conocer en detalle cómo se van cumpliendo los Presupuestos, adoptar las medidas correctoras que fuesen necesarias en su caso y finalmente para poder comparar con rigor el alcance de cada partida presupuestada para el siguiente año en relación a lo realmente ejecutado en el anterior.
Además de lo que se haya dejado de gastar, el superávit anunciado por el señor Montoro se saca del incremento de cotizantes a la Seguridad Social, con lo que compensa en parte las bajadas de impuestos, de las que se han beneficiado en mayor medida las rentas más altas y sobre todo esconde los déficit que acumula nuestro país en muy diversos terrenos. Nos mantenemos en la cola de Europa en I+D, con una inversión inferior a un punto del PIB cuando la media europea alcanza los dos puntos; sigue siendo inaccesible la vivienda para la inmensa mayoría de los jóvenes, como ha vuelto a denunciar el Consejo Nacional de la Juventud en su último informe al respecto, y el Gobierno mantiene la misma política de vivienda, que objetivamente estimula la especulación inmobiliaria y encima reduce en un 10% el gasto presupuestado para 2004; seguimos siendo el país europeo con la menor tasa de actividad femenina y sin embargo el gasto social en protección familiar y en asistencia a las personas dependientes continúa bajo mínimos, lo que lastra la incorporación de las mujeres al mercado laboral; tenemos la mayor tasa de paro -pese a la machacona exhibición de la mayor creación de empleo respecto de los demás socios comunitarios-, pero el gasto público en políticas activas de empleo es de los más bajos de la UE y el que se dedica a prestaciones por desempleo en función del índice de paro está en el antepenúltimo lugar del ranking comunitario.
El mismo lugar ocupa España en cuanto a la formación profesional que se les brinda a los parados para facilitar su empleabilidad y descendemos a un puesto más bajo, el penúltimo, al comparar el número de empresas, en cualquiera de los segmentos, grandes pequeñas y medianas, que ofrecen la formación continua a sus trabajadores. Todo ello, junto a desniveles similares que se aprecian en el gasto dedicado a sanidad, educación infantil, primaria, superior y universitaria, marcan la 'desconvergencia social de España con la UE' analizada en el informe que con dicho título ha coordinado el profesor de la Universidad Pompeu Fabra, Vicente Navarro.
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El Gobierno está cerrando puertas al futuro con 'presupuestos bisagra' como el presentado por Montoro
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Estos desequilibrios, que están lastrando el futuro de nuestro país mucho más de lo que lo haría soportar un moderado déficit público -sin salirse del límite establecido por el Pacto de Estabilidad-, fueron expuestos en la primera sesión de los debates parlamentarios sobre los Presupuestos 2004.
Pero el ministro de Hacienda derivó hacia la descalificación política y personal del secretario general del PSOE, en lugar de responder con propuestas a los retos planteados. Al futuro sólo se refirió para negárselo a Zapatero y aventurárselo a su nuevo cabeza de filas, señor Rajoy, con un presupuesto bisagra, como él mismo lo definió. Está por ver si con esta política económica le abre la puerta a la presidencia del Gobierno tras las próximas elecciones generales, pero aunque el Gobierno del PP no lo admita, con bisagras tan rancias nos están cerrando a todos las puertas del futuro.
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