Durante el año 2002, la presión fiscal se situó en España en el 35,6% del PIB, lo que supuso un aumento de cuatro décimas respecto al ejercicio anterior. En el conunto de la UE, y según los datos ofrecidos por el informe "Revenue Statitics" de la OCDE, se produjo un descenso del 0,5% .
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El informe de la OCDE asegura que entre los años 1995 y 2002, la presión fiscal española subió 2,8 puntos porcentuales, del 32,8% al 35,6% del PIB, siete veces más de lo que creció en el conjunto de la UE, en donde pasó del 40,1% al 40,5%.
En todo caso, la presión fiscal de España sigue siendo inferior a la media comunitaria, pero la diferencia no ha cesado de acortarse en las últimas décadas. En 1985 era todavía de más del 10%, al situarse la presión fiscal española en el 27,8% del PIB, mientras que la comunitaria era del 38,5%.
Según la OCDE, el hecho de que España mantenga una tendencia contraria a la del resto de los países de su entorno se puede explicar por el mayor crecimiento de la economía española con respecto a la media de la UE, que permitió recaudar más dinero a través del IRPF y el Impuesto de Sociedades. La suma de estos dos ingresos fiscales supuso durante 2002 el 10,4% del PIB, frente al 9,9% de 2001. En el conjunto de la UE, esos impuestos supusieron un 14,1% del PIB en 2002, cinco décimas menos que en el ejercicio anterior.
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