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CINCO DÍAS - OPINIÓN   

5 de mayo de 2003    


Dos más dos

Fdez de Trocóniz

En este país nuestro de cada día, en que empezamos a recibir, o seguir, los mensajes electorales de las próximas locales, cuando unos y otros candidatos entran en la verborrea de promesas imposibles, dadas a cuentagotas para aparecer en los medios -y hechas, claro, pensando en los titulares-, resulta absolutamente refrescante el recibir noticias que vienen de allende los Pirineos. Antes de seguir quiero rectificar un poco. Y es que no me puedo aguantar, porque el otro día hice el recorrido, de alabar el Metrosur, a su nombre y apellidos, qué obrón.

Bueno, entrando en harina, los vientos que nos vienen de Alemania son esperanzadores. Revelan que allí los políticos ¡saben sumar! (o han aprendido a hacerlo). Va a hacer ahora dos años que se aprobó una reforma fundamental en el sistema de pensiones. Recordemos. Ante el descenso demográfico, presente y por venir, entrará en crisis el sistema de pensiones basado en el reparto. En Alemania el reparto es puro. Idéntico a los seguros mutuos. Tanto se ingresa por cotizaciones, tanto se paga por pensiones. Cuando el número de asalariados cotizantes crece más que el de pensionistas el sistema va como una moto. Cuando el número de trabajadores decrece en ritmo, o se estanca o, incluso, disminuye, manteniéndose o incrementándose los pasivos, el sistema hace crac. Esto -la termita demográfica en la certera metáfora de Cordón y Leguina- ocurrirá con toda su crudeza y realidad en el inexorable plazo de 15 años. Para prevenirlo y mantener el nivel de los retiros, se estableció un sistema de importantes subvenciones públicas para fomentar la constitución de sistemas privados complementarios de protección social. No han pasado dos años del evento legislativo y ya el canciller teutón anuncia nuevas reformas, a la baja claro. Ya veremos en qué consistirán. Pero revelan algo tan importante como que el problema se detecta, se evalúa y se actúa.

Por estos pagos, la cosa en cuanto al fondo es bastante parecida. Similar problema de población. Sistema de reparto. A pesar que el modelo español es distinto al germano y, por su diferencia, tiene un arreglo más sencillo. Como sabemos a partir de 15 años de cotización se adquiere derecho a pensión, que aumenta a medida que lo hace el número de años de cotización, pero sin ningún criterio actuarial, es decir financiero, es decir se hace, literalmente, a boleo. Por eso la introducción de la matemática haría al sistema sostenible a largo plazo. Ya existen ayudas públicas para los sistemas complementarios, pero son sólo fiscales. Lo que las hace discriminatorias respecto de los que no pagan a Hacienda. Aquí hay quien dice que la emigración puede solucionar o paliar el problema. Lo niego, lo que hará, posiblemente, sea agravarlo, por la simple razón que el emigrante tendrá, normalmente unas carreras de cotización cortas, que son, precisamente, las que arruinan al sistema.

A pesar de los pesares, el debate no se centra en los problemas estructurales y de esencia: pasar paulatinamente a un sistema público de capitalización y salvar el bache de dentro de 15 años apoyando con ayudas públicas directas a los sistemas complementarios. Hablar de si se ha de tener en cuenta o no toda la vida laboral para determinar la pensión, que si hay que reformar la pensión asistencial de viudedad incorporándola a la de jubilación, que si la dependencia es un fenómeno muy importante, que si el fondo de reserva es la panacea universal, que si hay que fomentar (pero sin concretar) el fomento de la previsión social complementaria. Todo eso está muy bien, pero me temo que es andarse por las ramas y no querer ver la cruda realidad.

El debate necesita despolitización y realismo, por parte de todos. Que las cuentas de la seguridad social atraviesen un momento dulce no hace que el superávit pase de ser el chocolate del loro. Y los problemas no se arreglan haciendo el avestruz. La dificultad que entraña el aprendizaje de la ciencia exacta, por la necesidad de abstracción que requiere, provoca en algunos escolares el rechazo visceral a la asignatura. Luego en la madurez la vista se les nubla cuando ven dos números seguidos. Resulta harto sencillo hacer demagogia con la ignorancia. Recuerdo, no hace mucho, que en un debate en la radio un preprócer y catedrático me negaba la mayor aduciendo que el incremento del PIB y la productividad arreglaría, por sí, todos los males. Estancándose, claro, los incrementos futuros de las pensiones al aplicar sólo el aumento de productividad a las cotizaciones, pero no a las pensiones. Luego aceptaba la conclusión, negando también la menor.

Han sido valientes en Alemania y espero que aquí ocurra lo mismo. No pase, como decía mi maestro Ángel de Juan, que España avanza como los cangrejos.



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