Entre las ventajas que ofrece esta fórmula de liquidación de impuestos, destaca el hecho de no tributar por los beneficios realmente obtenidos cada año, ya que se pagan unas cantidades fijas calculadas por factores tan diversos como el tamaño del establecimiento o el número de empleados.
Además, el sistema de módulos prácticamente no exige control de facturas, con lo que le ha convertido, de hecho, en un mecanismo de gran atractivo para ocultar rentas. A partir de ahora, la Agencia Tributaria, mediante visitas y chequeos de cuentas, va a comprobar si las empresas acogidas a este régimen fiscal cumplen los requisitos establecidos para ello. Además, para el próximo año, la nueva normativa del IRPF endurece los criterios, ya que no podrán pagar por módulos las empresas que efectúen compras anuales por valor superior a 300.000 euros.
Esta medida contribuirá a solucionar, según los técnicos, la posibilidad de fraudes cruzados, ya que el escaso control sobre facturas que soportan las compañías acogidas a este sistema puede acarrear ventas no declaradas por parte de otras empresas.
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