Acabo de abrir el buzón y me encuentro con una carta del mismísimo ministro de Hacienda, en la que me informa, para satisfacción de todos, de la magnificencia y generosidad de su negociado, que ha decidido bajarnos los impuestos.

Es una carta amabilísima, nada que ver con el tono conminatorio y amenazador de otras misivas del departamento impositivo, y en ella me avisa, entre otras cosas, de que es la segunda vez que el munífico Partido Popular reduce la presión impositiva a los ciudadanos.

No obstante, al ministro, que lógicamente tiene muchas cosas en la cabeza, se le pasa por alto comentar, como la otra vez, que para compensar tanto ahorro se subirán tasas diversas y la mayor parte de los impuestos indirectos.

En la otra ocasión, por ejemplo, la tasa del Registro de la Propiedad Intelectual pasó de unas 180 pesetas a casi 2.000 (registro de un manuscrito original). Ahora escucho por la radio, mientras leo la carta, que para el próximo curso las universidades podrán subir ciertos cobros más del 7,5%.