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CINCO DÍAS - ECONOMÍA   

25 de Abril de 2002    


La aportación del IRPF a la recaudación ha caído 10 puntos en sólo ocho años

B. D. / MADRID

Las sucesivas rebajas tributarias y la armonización con la UE han permitido que el peso de la tributación indirecta, ligada al consumo, se haya igualado al de la directa. En sólo ocho años, los impuestos indirectos han aumentado cuatro puntos su porcentaje en la recaudación. La nueva reforma del IRPF profundiza en esta vía.


Los cambios operados en la imposición en los últimos años han alterado la estructura de la recaudación de los ingresos públicos, condicionada fundamentalmente por la evolución de los ingresos de carácter tributario.

Un análisis detallado de lo que ha ocurrido desde 1993 permite comprobar cómo en la recaudación han ido ganando peso los impuestos indirectos, que gravan el consumo con independencia del poder adquisitivo del contribuyente, frente a los directos, que gravan los ingresos en función del nivel de renta de la persona. En sólo ocho años, los primeros han ganado cuatro puntos porcentuales a los segundos. Así, en 1993, los tributos indirectos aportaban el 42% de la recaudación neta. El pasado año -último del que se disponen datos-, este porcentaje había aumentado al 46%, a lo que hay que sumar el 1,7% recaudado por diferentes tipos de tasas.

El peso de los ingresos por tributos directos, en cambio, ha experimentado una reducción, de la misma cuantía, hasta el 52%. La evolución no ha sido homogénea en todos los tributos. El cambio espectacular lo ha dado el impuesto estrella, el IRPF. En 1993, este tributo acaparaba un 45% de la recaudación tributaria en términos netos (descontados las devoluciones). En 2001, sólo contribuía a las arcas del fisco en un 35,9%, casi 10 puntos menos que ocho años antes.

La explicación pasa por el cambio en la política tributaria llevada a cabo desde entonces, tendente a recortar el peso de la imposición directa y primar a la indirecta, asunto que, por otra parte, ha sido también la norma en muchos países de la UE, como Francia o Alemania. La reforma del IRPF, que entró en vigor en 1999 en España, fue en esa dirección, al igual que vuelve a ocurrir con la nueva, que estará lista para 2003, en la que el Gobierno ha prometido una nueva rebaja de este impuesto directo.

La tesis de Hacienda parte de la idea de liberar renta disponible gravada con tributos directos para que con ella el contribuyente aumente su consumo, recuperando por este concepto un porcentaje de la recaudación que se deja de ingresar inicialmente. El Gobierno calcula que de los 5.000 millones de euros (cerca de 800.000 millones de pesetas) liberados en 1999 para los contribuyentes con la última reforma del IRPF, se han recuperado 1.500 millones.

Para la nueva reforma, que entrará en vigor el próximo enero, Hacienda prevé recuperar una parte de los cerca de 3.600 millones de euros que calcula que costará. Además, el Ejecutivo juega con el efecto sobre el crecimiento económico y el empleo. Hacienda estima que la última reforma ayudó a crear 74.000 empleos anuales y contribuyó al PIB con medio punto por año. Para la de 2003, prevé que se creen otros 65.000 empleos, que ayuden a mantener la recaudación.

Las cifras así lo atestiguan. En 1993, Hacienda efectuaba retención por IRPF a 17,3 millones de personas. En 2001, este número se ha incrementado por encima de los 22 millones. Este aumento de las bases ha permitido incrementar los ingresos por este impuesto a pesar de los recortes impositivos. Otro asunto bien diferente es su efectividad en periodos de crisis, en los que la destrucción de empleo suele mermar los ingresos por IRPF y en los que el menor consumo hace lo propio con los tributos indirectos.

Para mantener la progresividad en el IRPF, el Gobierno ha incorporado en la nueva reforma más incentivos a las rentas bajas y a los contribuyentes con personas a cargo, pero no ha descontado de la tarifa el efecto de la inflación, con lo que se corre el riesgo de que el alza continuado de los precios elimine parte de la rebaja impositiva que se efectúe, algo que ya ha ocurrido con la reforma anterior.

Hacienda ingresa ya uno de cada tres euros a través del IVA

Dentro de los impuestos indirectos destaca la evolución que ha tenido el IVA. En 1993, ya recaudaba el 26,2% de los ingresos tributarios. Ocho años más tarde, el porcentaje se ha elevado al 30,2%, en términos netos (recaudación bruta menos devoluciones). Es decir, casi uno de cada tres euros que ingresa Hacienda lo hace ya por esta vía, por un cómputo superior a 34.000 millones de euros (5,6 billones de pesetas). El número de declarantes ha aumentado también en más de 400.000, superando ahora los 2,7 millones, de los que casi un millón corresponde a personas jurídicas. La tendencia sigue al alza, al igual que en otros tributos indirectos, como los impuestos especiales, responsables ya de más del 14% de la recaudación. En este último caso, Hacienda se está beneficiando de la armonización fiscal que impulsa Bruselas, que supone para España un incremento paulatino de los tributos especiales como los ligados al tabaco, el alcohol o los carburantes. Este año, España ha elevado el IVA de la bombona de butano, por imperativo comunitario, y ha actualizado al alza los impuestos que gravan el alcohol y el tabaco para acercarlos a la media del área. Falta por retocar la fiscalidad de los carburantes y completar la armonización del tabaco, algo que llevará a cabo a lo largo de varios ejercicios para limitar su impacto inflacionista. El Ejecutivo cuenta para ello con una ventaja que tienen los tributos indirectos sobre los directos: su facilidad de recaudación sin resistencia psicológica. Se simplifican los trámites para el cobro y el contribuyente, al pagar, no tiene que efectuar una declaración de sus ingresos brutos anuales. Además, no es necesario un sistema de inspección tan complejo y costoso como el IRPF. El inconveniente es que los tributos indirectos se aplican sin tener en cuenta el nivel de renta del contribuyente, eludiendo el principio de progresividad del que gozan los directos.



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