Veréis, hijas, que van a bajar los
impuestos. «Por segunda vez en el mandato de Aznar», dice alborozado
un periódico. El escribidor también está feliz. Tan feliz, que se
puso a hacer proyectos: con lo ahorrado, disfrutará puentes y Semana
Santa. Aumentará su gasto, y con ese gasto se creará empleo. Con ese
empleo, otros ciudadanos pagarán impuestos y contribuirán a la
Seguridad Social.Y, como la Seguridad Social tendrá superávit, no
peligrará su futura pensión. Es el famoso «círculo virtuoso». ¿Cabe
mayor felicidad?
El Gobierno está que lo tira. Un día bajó el teléfono. Otro día
bajó la luz. Casi al tiempo, hemos pagado menos por las hipotecas y
aumentó la venta de pisos, con la única contrapartida de que se
pusieron por las nubes. Bajó el impuesto de la renta, y se dispone a
hacerlo con efectos que notaremos en 2004. Pero, como empezó la
liturgia de estudiarlo, proponerlo, anunciarlo, publicarlo,
discutirlo, llevarlo a los discursos, el Gobierno estará dos años
rebajándonos los impuestos.
Dicen los críticos ya sabéis, los socialistas, los sindicatos,
los nacionalistas que este Gobierno sólo beneficia a los ricos, pero
yo no he perdido la esperanza de ser millonario. Algún día me
tocará, supongo, la Primitiva. Y los más críticos afirman que es una
medida electoralista, que Aznar quiere comprar mi voto. Pero yo les
digo que estoy dispuesto a venderlo. ¿Quién me importa que gane? Es
muy materialista, ya lo sé; groseramente materialista; pero, muertas
las ideologías, me importa que gane quien más beneficie a mi sufrida
cuenta corriente. O, para ser más exacto: quien la deje temblando
menos.
Hay que felicitar al sucesor de Aznar. Recibe su primer regalo
para las urnas. Sobre todo, si es el señor Rato, que ya tiene
eslogan: «Bendito Rodrigo Rato, que puso el Fisco más barato».Y me
preocupa Rodríguez Zapatero. Casi nadie se acuerda de su «tramo
único» del impuesto sobre la renta, que fue su primer anzuelo. Y
ahora, como si fuese un maleficio, puede confesarle a José Blanco:
«Con el dinero hemos topado». Quiere, por ejemplo, ayudar a la
familia, pagar mucho más por hijo, y Javier Arenas lo despachó
diciéndole que eso supondría un aumento de impuestos.Y no se habló
más del asunto. Después presentó una alternativa a la Ley de
Calidad, y el PP le replicó que sale muy cara, y que la Ley de Pilar
del Castillo es más barata, «no implica grandes sumas económicas».
¡Pobre señor Zapatero! Nos lo dejan sin espacio.Pero que no se
desanime: habrá algún padre que quiera tener más permisos y
libranzas en su empresa, aunque sea por tener un hijo con problemas
escolares. Y no es por ser optimista, pero alguien quedará por ahí
dispuesto a votar por una idea. Supongo.
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