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EL MUNDO - OPINIÓN   

6 de Abril de 2002    


¡Oh, los impuestos!

FERNANDO ONEGA


Veréis, hijas, que van a bajar los impuestos. «Por segunda vez en el mandato de Aznar», dice alborozado un periódico. El escribidor también está feliz. Tan feliz, que se puso a hacer proyectos: con lo ahorrado, disfrutará puentes y Semana Santa. Aumentará su gasto, y con ese gasto se creará empleo. Con ese empleo, otros ciudadanos pagarán impuestos y contribuirán a la Seguridad Social.Y, como la Seguridad Social tendrá superávit, no peligrará su futura pensión. Es el famoso «círculo virtuoso». ¿Cabe mayor felicidad?

El Gobierno está que lo tira. Un día bajó el teléfono. Otro día bajó la luz. Casi al tiempo, hemos pagado menos por las hipotecas y aumentó la venta de pisos, con la única contrapartida de que se pusieron por las nubes. Bajó el impuesto de la renta, y se dispone a hacerlo con efectos que notaremos en 2004. Pero, como empezó la liturgia de estudiarlo, proponerlo, anunciarlo, publicarlo, discutirlo, llevarlo a los discursos, el Gobierno estará dos años rebajándonos los impuestos.

Dicen los críticos ya sabéis, los socialistas, los sindicatos, los nacionalistas que este Gobierno sólo beneficia a los ricos, pero yo no he perdido la esperanza de ser millonario. Algún día me tocará, supongo, la Primitiva. Y los más críticos afirman que es una medida electoralista, que Aznar quiere comprar mi voto. Pero yo les digo que estoy dispuesto a venderlo. ¿Quién me importa que gane? Es muy materialista, ya lo sé; groseramente materialista; pero, muertas las ideologías, me importa que gane quien más beneficie a mi sufrida cuenta corriente. O, para ser más exacto: quien la deje temblando menos.

Hay que felicitar al sucesor de Aznar. Recibe su primer regalo para las urnas. Sobre todo, si es el señor Rato, que ya tiene eslogan: «Bendito Rodrigo Rato, que puso el Fisco más barato».Y me preocupa Rodríguez Zapatero. Casi nadie se acuerda de su «tramo único» del impuesto sobre la renta, que fue su primer anzuelo. Y ahora, como si fuese un maleficio, puede confesarle a José Blanco: «Con el dinero hemos topado». Quiere, por ejemplo, ayudar a la familia, pagar mucho más por hijo, y Javier Arenas lo despachó diciéndole que eso supondría un aumento de impuestos.Y no se habló más del asunto. Después presentó una alternativa a la Ley de Calidad, y el PP le replicó que sale muy cara, y que la Ley de Pilar del Castillo es más barata, «no implica grandes sumas económicas». ¡Pobre señor Zapatero! Nos lo dejan sin espacio.Pero que no se desanime: habrá algún padre que quiera tener más permisos y libranzas en su empresa, aunque sea por tener un hijo con problemas escolares. Y no es por ser optimista, pero alguien quedará por ahí dispuesto a votar por una idea. Supongo.



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